Todo comenzó con la innovación educativa. La introducción de la tecnología en el aula creó en las culturas de algunos países desarrollados una cambio en la ética, la política y la prácticas educativas, generando sin darse cuenta las condiciones para un Cambio Cultural Sistémico en la educación de todas las niñas y niños del mundo.

Este cambio socavó las bases de la cultura educativa tradicional y algunos de sus supuestos fundamentales se derrumbaron. Hemos definido este momento como EL GIRO RELACIONAL, la apertura de un nuevo tiempo en el que los estudiantes del mundo nunca más aprenderán basados en el miedo, la obediencia, la obligación, el control, la calificación, la exposición y la normalización.

El aprendizaje en esta nueva era surge de la convivencia entre pares, donde los educadores son compañeros de los estudiantes, generan contextos de aprendizaje y orientan su trabajo a la escucha de cada persona, la caracterización de su singularidad y a la devolución de una imagen real y poderosa de si misma a cada una.

Muchos piensan desde el viejo paradigma educativo, que la innovación educativa es más tecnología y nuevas metodologías, y no pueden ver el enorme salto evolutivo que está dando la educación en el mundo. A partir de esta ceguera han comenzado procesos de cambio desde la verticalidad tradicional de la administración educativa y se han encontrado con una fuerte resistencia de los educadores, familias y estudiantes. Ponen así en riesgo el proceso de cambio, dado que no entienden que no puede haber una aula colaborativa basada en una comunidad docente vertical. Sucede que ver, sentir y actuar en base a este principio requiere un cambio cultural mayor.

La nueva cultura educativa se basa en la preeminencia del propósito como motor del aprendizaje, apalancado en un Proyecto Vital sólido, donde aprender es un proceso de descubrimiento activo y colaborativo, sustentado en la creación de respuestas reales a problemas reales. Estamos frente al nacimiento de una Nueva Educación.